No me llames en diciembre
Si quieres que vuelva pídemelo con las rodillas sangrando y te diré que no, que no me da la gana, para luego volver otra vez a acariciarte con las manos llenas de cristales. Quieres que te escriba, pero mientes. Estás deseando ver el reflejo de tu cara metido entre mis líneas. Vanidad, tú solita te has encarcelado entre tantos espejos. Nunca dejas de ser tú con esa manía tuya de mandarlo todo a la mierda y yo no dejo de ser yo con mis manías a todo lo demás y una alexitimia del tamaño de esta casa. Así estamos, tirándonos por tierra esperando a que llueva para ver si nos convertimos en estatuas o si por casualidad nos crecen flores bajo las axilas y sentimos más que larvas, mariposas.