No me llames en diciembre

Si quieres que vuelva pídemelo
con las rodillas sangrando
y te diré que no,
que no me da la gana,
para luego volver otra vez a acariciarte
con las manos llenas de cristales.

Quieres que te escriba, pero mientes.
Estás deseando ver el reflejo de tu cara metido entre mis líneas.
Vanidad,
tú solita te has encarcelado entre tantos espejos.

Nunca dejas de ser tú 
con esa manía tuya de mandarlo todo a la mierda
y yo no dejo de ser yo 
con mis manías a todo lo demás 
y una alexitimia del tamaño de esta casa.

Así estamos,
tirándonos por tierra esperando a que llueva
para ver si nos convertimos en estatuas
o si por casualidad
nos crecen flores bajo las axilas
y sentimos más que larvas,
mariposas.


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