Trescientos sesenta y cinco.
Me demostrabas ser fría Como si fueses invierno Y tan distante como queda Diciembre de enero. Pocas veces ese hielo Lo convertías en el agua Que mojaba las calles Habitadas en tus ojos. Yo cogía mi paraguas Y caminaba a tu rostro, Tan espontánea aquella vez Te dejaste acariciar Como flores por el viento. Ingenuo de mí que no pensé Que esa calidez efímera Que me dejabas desmostrar Podía quemarme Hasta las entrañas. Me diste un año para conocerte Y yo sólo necesité pocos versos Para llegar a quererte.