Autodiagnóstico

Escribir siempre ha sido tan fácil 
como vomitar sobre las teclas de todos mis dispositivos.

Más sencillo que escribir un mensaje
que reconocer mi ansiedad
que reconocer mi hambre.

Mi pequeñita carrera ha consistido 
en dejar los dedos y el corazón en automático 
para luego revisar
corregir
estudiar,

para después preguntarme quién va a limpiar toda esta sangre
quién a mis veinticinco años va a recoger este desastre
darme la mano,

entender que en cada poema se me desprende un trocito de alma
al que tengo que guardarle luto 
y esperar otro año a que vuelva a crecer

Cada vez que escribo me reinvento,
me convierto en animal,
en bosque,
en niña,

Y me asusto.

[Según dije, prometí seguir haciéndolo]

todo aquí ha sido un proceso tan sencillo, claro y corto
que lo he ido abandonando tanto
hasta no reconocer a mis hijos como propios

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